No siempre hay una razón para cada cosa. Lo único que quiero de ti es que me quieras,con la profundidad del mar,con todo el vuelo de los pájaros, con toda la sensualidad de la vida,no quiero otra cosa.
La tranquilidad de tu mirada es diferente… diferente a las
que he tenido cerca. Desprende amor, y mucha mucha paz. Parece que el mundo
está a nuestro favor cuando me miras. Que todo va bien aunque no sea así. Me
miras, y mi cuerpo deja de estar tenso. No respiro con dificultad, y puedo
comprender que estoy a salvo contigo. Que en tus brazos podría permanecer mi
vida entera, sin necesidad de nada más. Con tenerte me doy por satisfecha. No
se me olvida como hueles por las noches, y como dejas tu rastro por las
mañanas. No me olvido de cómo me apartas el pelo de los ojos, y me dejas verte
mejor. Me acuerdo de cómo me cuidas, y como me abrazas cuando hace frío. No se
me olvida que me dijiste que si yo muero… tú simplemente perderías el mapa de
tu vida. Y tampoco se me olvida como me miras. Eso nunca se me va a olvidar.
Que por mucho que me mientas y me digas que no me quieres, no sé porque, pero
no terminaré de creérmelo y siempre tendré presente los momentos que pasamos
juntos. Los días de lluvia que estábamos refugiados bajo mantas y rodeados de
nuestros abrazos; de esas risas que eran producto de la mejor etapa de nuestra
vida. Los días de sol que salíamos a dejar por escrito que en ese instante
éramos la pareja más feliz de todas. Que
nos quedábamos mirando el atardecer, perfecto, como a mí me gusta. Abrazada a
ti, sin dejarte escapar ni un segundito. Sin dejar que nada de tu cuerpo esté
lejos del mío, sin dejar que tus labios pasen hambre de mis besos. Sin dejar
que tu mirada de escape, aprovechando cada gramito de calor que queda del día y
guardándolo para nosotros. Aprovechando cada momento, dejándolo guardado en
nosotros. Grabándolo todo con nuestro corazón. Guardando las cosas importantes
en nuestro ser. Sí, es cierto, la felicidad es efímera. Pero existe. Aunque se
termine y se marche, existe. Dos segundos o cuatro años. Existe. Estando con quien se quiera. Aprovechando
sonreír cuando se sienta necesario. Siendo feliz cuando se es feliz. Pensando
ante todo en que, la felicidad es la meta de la vida. Siendo pobre, rico,
torpe, desafortunado, afortunado, enfermo, sano, sabio, tonto, ingenuo o tímido… siendo como quiera que seas. Coge todo lo
malo de tu vida y sácalo a patadas de tu vida. No dejes que lo negro de los
días te impida poner color en ti.
Se feliz. Búscalo. Encuéntralo. No lo pierdas. Aprovéchalo. Y
cuando llegue la hora de descansar en paz… respira, porque en ese momento solo
tienes que sonreír para que te recuerden
bien. Traga tu último momento de felicidad. Y deja que se vaya contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario